El mundo del trabajo llevaba un tiempo siguiendo una inercia difícil de cambiar. Bien o mal, ahí estábamos todos, haciendo lo que veníamos haciendo hace 10 años atrás. En ese tiempo evolucionamos, ciertamente, como área hemos estado los últimos 20 años de nuestra jornada expandiendo nuestra contribución, desde un rol entendido como transaccional, a ocupar un lugar central en la toma de decisión de las organizaciones. La pandemia (palabra que nunca pensé que ocuparía tantas veces en mi vida) sólo vino a reafirmar la inmensa relevancia que tenemos en la sociedad y como área tenemos autoría para ocupar ese lugar. Somos los responsables de hacer del mundo del trabajo -el 30% de la vida de una persona- una experiencia feliz.
La versatilidad de apodos con que nos nombran: Recursos Humanos, Capital Humano, Talento, Personas, Human, People, etc. deja en evidencia la cantidad de temas que buscamos potenciar en las personas: sus talentos, intereses, motivaciones, intenciones de desarrollo. Mientras buscamos arduamente trabajar frustraciones, heridas de infancia como dirían los colegas psicólogos (de los que me incluyo orgullosamente), pero también las relaciones, los sistemas y las interconexiones. Nuestro trabajo no empieza ni termina nunca, es como un espiral que aumenta niveles y complejidad, haciendo que todas las acciones y decisiones que tomamos en el día a día impacten en la organización, delineando la forma de proceder de ese lugar, cultivamos la identidad, somos arquitectos de la construcción de un espacio único.
Estamos atravesando tiempos de cambio, por primera vez en mucho tiempo estamos con la oportunidad frente a nosotros, en nuestras manos está modificar pautas que se han enraizado tan fuertemente, que hemos pensado que son una única cosa. Me refiero a las jornadas de trabajo, a las oficinas, las reuniones, a los ciclos de evaluación, la remuneración, el seteo de objetivos, los beneficios, las herramienta de trabajo. Todo eso y mucho más está en jaque; y nosotros estamos aquí. Tenemos dos caminos:. O seguimos la inercia y desaprovechamos esta oportunidad de hacer ese 30% de la vida de la gente más feliz, o cambiamos las reglas del juego. Simple, cada uno decide.
Colegas, ocupados diariamente de las personas en las organizaciones, estamos en un nuevo loop del espiral, llegamos a un nivel de complejidad en que el trabajo y la “vida personal” (como si hubiera otra vida impersonal) finalmente se volvieron a conectar, en un ejercicio de síntesis profundo que la pandemia trajo consigo. Si bien, antes buscábamos la tan inalcanzable objetividad, cortando en pedazos la vida de la gente, tratándola como un abogado o ingeniera y no como un sujeto completo; ante nosotros apareció la inmensa oportunidad de volver a unificar aquello que nunca ha estado separado. Tenemos nuevamente (al fin!) a una PERSONA con todo lo que eso significa… Las reglas cambiaron… ¿Estamos preparados?
Es muy probable que como muchas cosas en la vida, la única certeza es que el tiempo nos dará la respuesta. Que descubriremos cosas, que cambiaremos otras, no tengo duda. No obstante, mi visión es que ésta contienda se juega en la tribu. Aprovechemos la red para construir conocimiento colectivo. Ningún conquistador se fue a mar abierto solo, al menos, ninguno que conozcamos, los terrenos desconocidos se transitan con equipos. No dejemos de conectarnos, no dejemos de compartir en lo que estamos, las soluciones serán mejores y más robustas si tenemos diferentes perspectivas. Hablando de perspectivas, sumen la mayor cantidad de diversidad en la jornada, la inmensa brecha que tenemos en las agendas de diversidad e inclusión en Latinoamérica no es algo contemplativo, debemos ocuparnos y debemos hacerlo ahora. Busquemos avanzar todo lo que podamos en agendas de flexibilidad. Rompamos esquemas, busquemos nuevas alternativas, desafiemos lo que tenemos naturalizado. Exijamos más que nunca a líderes, que conecten con las verdaderas aspiraciones de sus equipos, celebremos a los líderes que construyen líderes y no seguidores. Velemos por el bienestar de las personas, somos personas cuidando a personas, nunca olvidemos que no hay nada más valioso que el poder de conexión con el otro. La integridad es un pilar que no negociamos y por último, siempre trabajemos nuestra resiliencia y la humildad, claves para crear entornos ágiles, democráticos y autogestionados.
Somos responsables de dejar el mundo del trabajo mejor que el que encontramos cuando comenzamos. Estoy convencida que día a día todos nosotros trabajamos para conseguir eso. A mis queridos colegas, los celebro en esta ocasión y los invito a que sigamos co-construyendo juntos, les deseo un feliz día y muchas gracias por enseñarme todos los días!
¡Comparte esta historia!
Facebook
Twitter
LinkedIn
Google+
Telegram