El traje nuevo del emperador;

Lealtad mal entendida en la empresa

 

¿Cuántos líderes de empresas han tomado decisiones erróneas, porque nadie se atrevió a decirles la verdad, por miedo a perder su aprobación? Aunque el escenario, los nombres y las fechas cambien, la fábula dentro del cuento “El traje nuevo del emperador” también puede ocurrir en las organizaciones de hoy en día.

 

Para quienes no conozcan o recuerden este clásico cuento; narra la historia de un emperador que fue estafado al comprar telas para un “supuesto traje” que solo podía ser visto por los inteligentes. Por temor a parecer tontos o a contradecir a la máxima autoridad, nadie a su alrededor se atrevió a decir la verdad; tales telas no existían. Algunos incluso elogiaron el traje, lo que motivó al emperador a exhibirse frente a todo el pueblo. Todo iba bien hasta que un niño, libre de prejuicios y temores, exclamó: ¡el emperador está desnudo!, dejando así en evidencia la grotesca situación a la que fue expuesto el monarca.  

Al menos en Sudamérica, no es poco frecuente encontrar organizaciones cuyos líderes están rodeados de subalternos dispuestos a mentir y adular, por temor a perder privilegios. Al igual que en el cuento, estos empleados prefieren callar, aunque sepan que el error de la autoridad -tarde o temprano- puede perjudicar a la organización  o a sus integrantes.

Pero cuando la verdad estalle, quedará en evidencia que aceptaron el engaño porque les convenía personalmente, no por el bien de la organización en sí misma.

¿Queremos que los líderes de nuestras organizaciones sigan acompañados por empleados que están dispuestos a mentir con tal de obtener un beneficio personal? Tengamos en cuenta que la verdadera lealtad está con la organización y el bienestar de la mayoría de sus stakeholders; no con los intereses particulares de alguien, más aún si sus decisiones son erradas o están basadas en la “ceguera colectiva” de quienes lo rodean y le profesan una falta lealtad.  

 

Cuando este tipo de pensamiento predomina en las empresas, el espíritu de innovación y la creatividad desaparecen. En efecto, el cuestionamiento con sentido y el análisis crítico están detrás de muchos grandes avances en la historia del ser humano.

 

Si queremos empresas dinámicas, innovadoras, flexibles, capaces de enfrentar múltiples desafíos y de retener talento, debemos dejar atrás la cultura del “Yes, man”. Y en cambio, debemos dar espacios para que los empleados se sientan considerados y puedan expresar su opinión, sin temor a ser etiquetados como negativos, por no apoyar ciegamente las decisiones de sus jefaturas.

Permitamos que tomen la palabra con responsabilidad y expresen sus puntos de vista de manera adecuada (tanto de forma como de fondo); invitémoslos también a presentar propuestas alternativas que contribuyan a los objetivos de nuestra organización. El avance de las nuevas tecnologías y las redes sociales han favorecido el surgimiento de generaciones más inclusivas y opinativas, menos dispuestas a creer en todos los discursos, si estos no van acompañados de acciones en el mismo sentido.

En otras palabras, no podemos seguir ocultando el sol con un dedo, porque -tal como ocurrió con “el traje nuevo del emperador”- la verdad estallará tarde o temprano. Y las consecuencias quedarán a la vista de todos.

Mariel Jara.

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