El “Mindfulness”, se suele asociar habitualmente a ejercicios de respiración y meditaciones guiadas, posiblemente sin aprovechar el tremendo potencial que tienen en relación al performance de personas y equipos de alto rendimiento, incluso si se usan variables de rendimiento tradicionales (KPI’s).
Ahora damos un paso más y miramos al Ser, como una entidad integral en relación a todos los aspectos relevantes de su vida y en particular del mundo laboral. Este Ser busca el camino al beneplácito integral, que lo lleve al encuentro del sentido de las actividades diarias. Esta esquiva felicidad cada uno la define a su libre antojo. Es una categoría dinámica. Es por lo mismo aconsejable hacer un ejercicio consciente de qué significa para cada uno de nosotros. Nos podemos preguntar conscientemente…
¿Qué podríamos satisfacer de manera eficiente nuestras necesidades, en distintas facetas de nuestra existencia?
Podemos separar anhelos fisiológicos y de seguridad en una agenda cotidiana, que implican necesidades más cercanas a la base de la famosa pirámide de Maslow, y una agenda trascendente ambientada en la parte más alta de dicha pirámide. Aquí hablamos de anhelos existenciales y nuestra auto realización. Esto no quiere decir que tenga que existir el deseo de trascendencia en todo ser humano; sin embargo, es posiblemente un anhelo común en muchas personas.
La mayor conciencia, inicialmente basada en la reflexión, ojalá venga apareada de la satisfacción de agendas, que se encuentran en posiciones distintas dentro de la jerarquía de necesidades. Así pasamos a percibir el sentido de nuestras acciones, a través de esa mayor conciencia. Es muy probable que esto conlleve a una satisfacción general. El mismo razonamiento se puede aplicar fluidamente a un equipo de trabajo.
Una conciencia ampliada nos llevará a habitar con naturalidad las distintas agendas que traemos dentro.
La definición clásica de “Mindfulness” tiene que ver con posicionarse en el aquí y el ahora, logrando mayor conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno. Una de las herramientas para lograr esta meta es la meditación.
La meditación se concibe en su expresión más depurada, como un acto creativo, acercándonos a nuevas categorías del Ser.
Básicamente nos recogemos en nosotros mismos, alineando el Ser integral con el entorno, para poder en conciencia “rendir” de manera distinta en las tareas del día a día, sin importar que sean del mundo privado o del mundo laboral.
Los beneficios colaterales se dan en muchos ámbitos. Por ejemplo, si conquistamos mayor serenidad, la menor producción de cortisol, mejorará la memoria y la salud en general.
En el mundo laboral, el habitar una conciencia expandida funda la categoría del líder visionario.
Ya no se trata sólo de administrar o de simplemente imponer la voluntad. Se trata de inspirar para motivar. De encantar al Ser y a los Seres que nos rodean. Para ello tampoco es necesaria una posición jerárquicamente relevante. El mito de qué el líder nace y no se hace, que debe ganarse su espacio para poder imponer su voluntad hasta que alguien lo reemplace, pasa a ser justamente eso: un mito. El liderazgo desde esta postura se convierte en una práctica habitual, agrandando el ámbito de acción de la persona o el grupo.
Una visión inspiradora, comparable a la mejor versión de nosotros mismos (o de un equipo de trabajo), debiese ser existencialmente relevante, dado que se relaciona con todas las partes del Ser. Su poder transformador influencia al soñador y a su entorno. Nos otorga la libertad de co-crear nuestro ámbito de acción.
Una visión siempre debe ser motivadora, hablando en los términos clásicos de locomoción y cohesión, particularmente en el ámbito de la interacción grupal. Con la visión bajo el brazo, nos podemos enfrentar a un entorno desafiante de manera intrínsecamente virtuosa.
La virtud en este caso la entiendo como un círculo energético que se retroalimenta prácticamente solo. Su dinamismo se vuelve contagioso. Es así como podemos, en el ámbito específico de la co-creación, pasar de la dimensión de la realidad a la dimensión de posibilidad.
Ahora conversaremos de cómo movilizar a una persona u organización a desplegar su nuevo potencial. En la frontera de los espacios tradicionales, posiblemente autoimpuestos, aparece entonces la luz de la creatividad y la creación.
Las herramientas para este “giro copernicano” están disponibles. El coaching nos presta los actos del habla, que en su expresión más pura abarcan estas dimensiones de la realidad. Los tipos de conversaciones y su grado de abstracción nos llevan a lo que al final es una fluida gestión de aprendizaje. Posiblemente las técnicas de creatividad y el pensar en el diseño aparecen en este espacio.
El nuevo líder habita fluidamente realidad, posibilidad y futuro. Las tres categorías son interdependientes. El futuro se basa en lo real y desafía lo posible. Existe ahora conciencia de cada ámbito y ojalá las competencias necesarias para habitarlo creativamente.
Finalmente, después de destapar la botella, es importante no olvidar de dónde partimos. Hemos abierto una virtuosa caja de Pandora a través de la expansión de la conciencia. Nos ha traído una forma distinta de rendimiento en nuevos ámbitos de nuestra vida y de nuestro Ser. El Ser ha descubierto espacios y les ha insuflado sentido, pertenencia y bienestar.
Es así como configuramos la relación entre el “mindfulness”, nuestro desempeño y la oportunidad de ser felices en el mundo que habitamos.
El mundo empresarial siempre ha tenido espacio para la inspiración, la creación y la motivación. Es por eso que el “Mindfulness” es una real alternativa para promover prácticas enriquecedoras desde una postura de liderazgo positivo. Solo tenemos que elegirlo.